jueves, 26 de marzo de 2009

EL AUTO

El miraba por el retrovisor una figura que se acercaba, el vidrio estaba empañado y sucio, llovía ligeramente y todo era difícil de reconocer, pero él sabía que era ella, abrió los seguros del auto para que ella entrase, era un momento confuso, era un momento de nervios.
Ella estaba con ropa ligera, él se esforzaba por ver sus pies, los adoraba, y más cuando reposaban entre las correas que delicadamente abrazaban esta extensión de su belleza. Ella empezó comentando lo que estaba haciendo, sus amigos, su reunión, su ex; él no se inmutó aún cuando era una situación que no le gustaba imaginar, luego ella lo increpó “¿qué vas a hacer con ella?”, él no estaba preparado para esa conversación, de a poco ella fue desbaratando todo argumento posible que le justificara estar con ella, él se esforzó por parecer honesto con ese tema pero era muy fácil, él estaba haciendo mal las cosa y ella estaba en plena conciencia de ello.
De cierta manera lo que le pareció que sería un momento de paz con ella, se volvió un momento para defenderse de ella, todo era menos tenso de lo que suena, de vez en cuando él hacía algún mal chiste que los hacía reír y ella se demoraba un par de segundos en volver a entrar en el tema, ella no reclamaba nada sólo hablaba por el bien de su amigo y él sólo pensaba en el dulce olor que ella emanaba, el suave rose de las rodillas, mientras ella exponía sus razones él sólo podía deslumbrarse, ella no cedía un centímetro, pero él no estaba en batalla sólo quería estar ahí.
De pronto él la miró y soltó una verdad que ella ya sabía “tengo un problema”, hizo una pausa, “me gustas mucho”, ella se quedó un instante como fuera de lugar, miró con asombró, era la primera vez que se lo decía de frente y mirándola a los ojos, esos ojos de ternura infinita, no lo vio venir. Él le explicó que no estaba escuchando a ciencia cierta lo que ella decía, que sólo estaba contemplativo.
El motor del auto se exigía en un compás casi armónico por el acondicionador de aire, ella tenía frío y después calor, él miraba la hora, tenía que regresar y ella parecía que quería irse, él no la quería dejar y ella… no lo se.
Él puso en marcha el vehículo, sólo estaban a dos cuadras de su casa, dio una vuelta innecesaria y le dijo:
- Te voy a dejar
- ¿Por qué?
- Porque ya te quieres ir.
Ella no lo corrigió, sólo se quedó en silencio. Él preguntó:
- ¿Quieres?
- Sí
- ¿Nos vemos más tarde?
- No sé
- ¿Quieres?
- No sé
- Cuando sepas me avisas.
Ella asintió, cerró la puerta y se marcharon cada quien a sus vidas.