De
manera inolvidable Sarah decidía romper el miedo de envolverlo con su cuerpo,
Juan
estaba intoxicado de alcohol y solo así pudo abrazarla.
Después
de tantos años de verse y hablarse, de beber y fumar, de leer y soñar, después
de tanto caminar de lejos y tanto caminar de cerca, de cantar y reír, después
de todo, por fin estaban juntos. Separados por 3 centímetros de sábanas y sin
saber que decir
Juan
desperdicia intentos mudos de querer pedirle que lo ame y Sarah adivinando sus
ganas y perdiendo los miedos le brinda ese abrazo.
Los
brazos se entrelazan y los lazos se abrazan, se infunden aliento y sellan los
labios.
Pero
Sarah teme otra vez y se rompe el abrazo se miran las espaladas horizontales
como en guerra, se acaba la caricia y se acaba el sueño. De ojos abiertos y de
pensar intenso cada quien frente a su pared y cada quien con sus miedos otra
vez.
Juan
canta como sonámbulo y Sarah deshace lo que sin querer ya se hilaba en su
mente. La melodía del amor esa noche enmudeció y al final la amistad prevaleció
La piel
y la carne podían esperar, el alma y el llanto las traerán de vuelta, cuando la
tristeza se anide en los huesos y la soledad los arroje al mismo camino y se
encuentren en la realidad de ser uno para el otro.