viernes, 15 de mayo de 2009

Devuelveme la vida

Pido perdón, por no haber escuchado tus ruegos
pido perdón, por las lágrimas que hablan de mí,

pido perdón, por tus noches a solas pido perdón,
por sufrir en silencio por ti.
Te pido perdón, a sabiendas que no los concedas
Te pido perdón, de la única forma que sé.

Devuélveme la vida devuélveme la vida,

recoge la ilusión que un día me arrancó tu corazón,

y ahora...devuélveme la vida.

Yo no volveré, a quererte de nuevo a escondidas
no intentaré, convertir mi futuro en tu hiel
no viviré entre tantas mentiras.

intentaré convencerte que siempre te amé...y yo
Te pido perdón, aún sabiendo que no los concedas
Te pido perdón, de la única forma que sé.

Antonio Orozco

viernes, 8 de mayo de 2009

El Niño

Juan miraba el espejo con cierta ansiedad, se preguntaba si ella lo vería como un hombre o como un niño.

Vanesa entró a la fiesta vestida de negro. El ruido ensordecía, la gente y la elegancia empalagaban las pupilas. Ella bailaba y sonreía. Juan miraba de lejos, a veces se acercaba y los dos sonreían. Él hacía algún chiste y ella reía más, eran ellos, como siempre.

Meses antes Juan había conocido a Vanesa y, lastimosamente para él, se enamoró de ella cuando la vio. Ella era un poco mayor pero eso no era un problema, el problema es que él era un niño. Con su personalidad alegre y extrovertida había logrado conseguir la amistad de todos, pero sobretodo la de Vanesa, quien se parecía mucho a él. Entre ellos de vez en cuando destellaban miradas. Él pensaba que era su idea, ella no podría fijarse en él, pero cada abrazo, cada beso pausado y húmedo en la desnuda piel de la mejilla, lo hacían soñar con que tal vez ella.. pero no.

Entre tono y ritmo, Juan veía danzar su cabello y se enamoraba más. Ahogado en el verde de sus ojos, soñando con lo suave de su piel, soñando reposar los labios en esos labios que muchas veces devoraban su cara y respirar el aliento de su boca. Era imposible, era un sueño.

De pronto, la música se hizo sorda para Juan y el deseo fue más grande que la razón, tomó a Vanesa del brazo con un gesto de invitación, como si fuesen a bailar, ella accedió sin demora, luego bajaron hacia la acera a una pequeña grada oscura y silenciosa. Rieron como siempre pero esta vez era diferente, era como haber vencido un obstáculo, él estaba convencido de que tenía que beber de su sabia y sin preguntar acercó la boca hacia su mejilla y la besó, luego la piel y la boca se apretaron más, como jugando, mordiendo ligeramente. Ella respondió de la misma manera, ya no había diálogo, no de palabras, sino de piel, se oían las respiraciones y los latidos, la sangre viajaba velozmente por sus cuerpos dándole calor a la escena, ella cerró los ojos y el siguiente mordisco de Juan fueron los labios de Vanesa que esperaban tibios y húmedos para abrazar a los suyos y fundirse entre saliva y deseo.