viernes, 30 de abril de 2010

Cada Mañana.


Dedicad al Rey de la canción y a la niña del chocolate


Lucía despierta cada mañana y se prepara para sus labores, por ahora no importa que es lo que ella hace. Camina sin preocupaciones, siempre le gusta maquillarse en la ventana,

Con un pequeño espejo, ahí la luz es mejor.

 

Hay otra causa por la q Lucía se queda en la ventana, es “el señor de saco gris”

Hace varios años ya, que lo ve.

 

Se para en la mitad del parque, justo al pie de un monumento, en la parte frontal donde hay una placa conmemorativa. Va todos los día con saco gris, se queda algunos minutos contemplando la placa y dando la espalda a la venta, con un casi eterno cigarrillo, con una quietud envidiable, como en paz, como preso de una hipnosis.

 

Lucía juega a ensayar las razones por las que este misterioso caballero se planta ahí cada mañana. Pensaba que tal vez alguno de esos nombres de la placa tiene algún parentesco con él, un tío, un abuelo. A veces pensaba q era una artista y que esa obra era sus inspiración y cada mañana le recordaba que el arte es una buena razón para vivir.

Otra veces decía simplemente ama este parque, casi nadie viene y tal vez no le gusta que lo vean fumar.

 

Era una pseudos relación de compañía en desconocimiento, ella se paraba en la ventana a verse y a verlo, a veces le hablaba, como si el pudiese escucharla. Hablaba de su trabajo de sus amigos de sus ideas de sus penas de sus pocas alegrías.

 

En algún momento Lucía se detuvo a pensar que nunca le había visto el rostro, pero eso duró unos segundos y siguió con su platica. Alguna vez lo vio limpiando con su pañuelo la placa, parecía que le gustaba que reluzca, eso la llevó a pensar que tal vez era de la milicia o lo había sido.

 

Mas tarde que temprano Lucía conoció a Carlos, su vida empezó a tomar un rumbo diferente, era otra, estaba llena de alegría y sus soledades desaparecieron, era una relación real, por lo que sin darse cuenta dejó de pararse frente a la ventana y dejó de dialogar en secreto con el desconocido del parque.

 

Un Buen día Carlos pidió su mano, no hubo que pensarlo era el mejor día de su vida. Extrañamente después del sí, se dibujó en su cabeza la imagen del hombre con el saco gris y el cigarrillo, y de una inesperada manera la nostalgia pasó rozando su corazón.

 

El día que lucía se iba para empezar una nueva vida, teniendo todo listo y cerrando por ultima vez su ex casa, su intriga la llevó al parque, había notado que el desconocido hace algún tiempo ya no iba, caminó con un toque de nerviosismo y se paró exactamente donde este señor se paraba, dando la espalda a su ventana y miró la placa, sólo decía el nombre de un prócer y una fecha. Ella se quedo extrañada y un señor mayor que limpiaba el parque la miró, sonrió y e dijo:

 

-       Llega tarde señorita, el señor ya no viene hace mas de un mes –

 

Ella se queda asombrada, como si este inesperado supiera algo.

Luego el señor añadió:

 

Venía todas las mañas, decía que en esa placa encontraba lo mas hermosa que jamás nuca había encontrado, pero sentía que no podría ser suyo.

 

Extrañada ella mira la placa, sin entender suelta un gesto de interrogación.

El anciano sonríe saca su franela y empieza a limpiar el polvo de la placa.

Desaparecido el polvo la placa revela con nitidez asombrosa, el reflejo de la ventana de su casa.