martes, 8 de diciembre de 2009

Recuerdos

Entre fantasmas de humo de cigarrillo y un húmedo ambiente de oscuridad se encuentra Samanta, encerrada en su cuarto y mas bien en su mundo, una pequeña falda jean, licra pescador por debajo, un guante tipo Michael Jackson, pelo corto entre negro y rojo, uñas color rojo focote, piercings en la oreja, nariz, labio, lengua y ceja, una blusa de tiras blanca y franjas anchas moradas, converses por supuesto, turquesa. Mucho delineador y sombra sobre los ojos.

Con una irreversible pena que la consume, expulsando una personalidad violenta en inconforme, llorando de vez en cuando, siempre la mano frente a la cara sosteniendo el cigarro, con Mirada perdida, piensa en como y por que? Piensa más hasta cuando?

Camina de lado a lado, su espacio parece reducirse cada vez mas..

Le vienen como golpes recuerdos que no sabe si disfrutar o sufrir

una lagrima rueda su mejilla cuando recuerda, sus manos agarrándole el cabello mientras lo devora en un beso, tomándola él por la cintura apretándola a su cuerpo, solo escuchando el rechinar de las ropas, el roce y la saliva entre beso y beso.

El ansia por saber que pasó, la perturba tanto como su ausencia.

Sin soltar la angustia se sumerge en mas memorias y se ve con él sobre ese sofá,
Casi arrancándose los labios, el calor abrazándolos, la ropa lentamente cayendo, la humedad, las venas, todo en descontrol.

Todo esto pasando por su cabeza mientras el cigarrillo agoniza sin esperanza, mirando un viejo cuadro pop en su habitación se pregunta como pudo pasar.

La carne le tiembla recordando cuando él la miraba sudando sobre ella y vienen mares a sus ojos cuando llega a es parte que no quiere recordar.

Él vistiéndose apresurado sin palabras, tomando sus cosas y guardándolas en el bolsillo, los zapatos sin atar y solo las llaves en la mano, diciendo adiós con un beso en la mejilla, mejilla con olor a saliva, como huellas de pasión que ahora solo son una despedida, un adiós frío y un caminar presuroso se llevan al amante y ella se queda en el sofá dueña de la pena, sin calor sin compañía con humedad y sin sabor.