El hombre del espacio salió hacia el inmenso mar negro, lento, sereno, volaba sobre el azul finito de su planeta atado a puerto con su cordón umbilical, con elegancia de blanco.
Llegó a ayudar al dragón, llegó a sanar su mirada y a liberarlo
Al principio con torpes piruetas hasta que logró detenerse, enjugó sus ojos y con una inusual herramienta cortó las cadenas que retenían al gran dragón.
Regresó a la inmensidad del azul como un gran héroe, mientras el dragón volaba en círculos en y su mirada recogía la hermosura del universo, y nos la regaló.