lunes, 29 de septiembre de 2008

Si le amas no le temas

El lápiz siempre camina en blanco, siempre las modela, siempre las acaricia, ellas miran con cierta luz, ellas miran en falso, en plano.
El lenguaje común, las frases de siempre; se ordenan en diferente patrón, en diferente línea y formación.

Lo logra y luego muere, se muere y nunca sabe como matar sin causar dolor, pero siempre mata, siempre acaba la guerra y de cualquier manera nadie queda con vida; ni él, ni ellas, ni su corazón. Un corazón lleno de corazones que ha devorado sin escrúpulo y que lo ha llevado a la muerte.

Siempre se muere y resucita, pero no en gloria, sino en andrajos y pobreza, más pobre que la última vez, más muerto y más podrido.
No alcanza el sol, no suele hacerlo, no irradia, no cambia, no hace nada; solo malgasta el amor que le obsequian, malgasta todo y se queda con hambre, con sed y desnudo.

Nunca hay nada para después, todo lo malgasta, todo está en cenizas y aún así le aman, si lo amas no le temas, así más bien teme.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Adios

Ella escribía entre los hilos de mi camisa el desamor con sus ojos, en tinta negra de saladas corrientes repetía entre sollozos que ya no le importaba mi amor.
Que era muy tarde dijo; mientras el verde mirar mas bien rojo estaba de pena, pena de muerte, una muerte anunciada, yo se lo dije y ella calló.
Así me toco la suerte de caminar hacia la horca de la frustración, acompañado de mi pecado de siempre, la tardanza.
Me veía a mi mismo morir por omisión, por no amar al amor, o por no amar como ella esperó.
Tantas veces la busqué y tantas veces se escapó y una vez hallada la volví a perder, las manos se hacían de hielo y la veía con otro mientras el sueño acogía, la eternidad nos espera separados y la muerte es mi amiga hoy aun sin pecado.
Una historia, imborrable recuerdo, con quién? Ya no importa, lo vivido fue hermoso pero hoy de nada me sirve, los ojos siguen nublados de lágrimas amargas.
Al final del llanto el amor se acaba y sin miedo a la vida el amanecer espera, para remedio de mi dolor, para resurrección de esta muerte que llegó siendo avisada y que dolió como un calvario.
Ya nada temo al oscuro, ya nada hay que me puedan quitar, todo se fue con ella en esos días que no piensa extrañar.
Adiós sirena, adiós al mar, adiós a la magia, quise ser un ángel y solo fui un mortal.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ellos


Sus ojos pequeños seguían mirando y las sonrisa se escapaba sin sentido, tenían el mundo entero a su alrededor y caían las confesiones.
Se amaban mientras se prometían no amarse, se entregaban sin siquiera tocarse, ella callaba su interior, ella no quiere, ella no sabe, ella teme, ella esta desconcertada, ella siente tanto y siente que no debe sentir.
Él siente y quisiera sentir mas, él quiere, él teme, él ama y amando la ama sin conocerle y quiere quedarse con ella sin saber siquiera si es ella, es el momento, es la atención, son sus ojos, son su todo.
Confesiones de sus vidas de sus deseos de su ser.
Rieron, lloraron, escribieron… fumaron la tarde eterna tan grande y tan finita
- eso hace que apreciemos más este momento- dijo ella como consolando al inquieto por la partida.
Ya no había excusa para seguir ahí, juntos, disfrutándose.
Se acabó la noche ella se llevó sus letras y pensaba para si
- como lo creí diferente, que extraño, que lindo- y en ese momento decidía con suma intensidad que jamás le amaría, que el sería su amigo su compañero su escudero.
El quería creer que ella le había amado y así era, no como el quiso pero si como las alas le permitieron.
Ella volvió a la realidad luego de dejarlo, todo parecía menos precioso que hace un momento. La verdad la embargó y ya nada fue precioso.

El la pensó aún cuando no debía y todo se hacía más difícil y más precioso.
Comenzó a olvidar su figura, el había visto su piel de manjar y había degustado mínimos espacios de su piel con ligeros roses que prefería evitar, había olido su cabello en el casi inexistente momento de una despedida, sus labios habían besado su piel en rostro. Ya nada de eso era importante.
Cuando pensaba en sus ojos solo recordaba el brillo y pensaba en su cintura solo recordaba un abrazo si pensaba en ella solo veía una sonrisa.
Así afectado tan vulnerable se dejó llevar y no pudo parar de pensar, ella mas fuerte solo discernía como hacer para que él no le quisiera más.
Ella le amaba, no lo sabía pero le amaba mas, ella encontró lo que no existe, lo que ella pensó que no existía, lo encontró en él y él no podía ser de ella.
Su mayor temor eran las heridas. Por que él sería diferente se decía –ni siquiera me gusta- y por dentro de una extraña manera ya le deseaba, queriendo estar en sus brazos acogida sintiéndose amiga, hermana, mujer.

A ella le encontró primero el sueño, a ella le encontró primero la verdad y se rindió, con facilidad fue cayendo y así despojándose de lo que había sido la tarde más intensa de su alma desde el siglo en que nació.

Él luchó con fuerza, él no se dejaba vencer, él quería estar vivo mientras pudiese para no dejar de saborear cada minuto que ella le regaló, para revivir en cada segundo ese momento, en ese lugar, en medio de todos, tan solos, tan ellos.

martes, 9 de septiembre de 2008

Sobre el Egoísmo

–Cuantas veces me pregunto yo ¿Qué le pasa a usted?–
Piero

De una forma natural y poco cauta solemos querer interpretar lo que los demás piensan dicen y hacen, mirando siempre como estas actitudes influyen en nosotros, los otros y los otros-otros. A menudo sucede que creemos saber qué le pasa a los demás, sobretodo sí “lo que les pasa” es con nosotros.

Con que dureza juzgamos lo que no es acorde a lo que pensamos. A veces es solo una opinión pero va cargada de la intolerancia; a veces es más que eso y se convierte en proselitismo de una religión miocéntrica en la que nada puede estar fuera de los estatutos de mi comodidad; a veces incluso los sacrificios pueriles, que nos jactamos de hacer, los acomodamos de tal forma que puedan ser ases con los que ganamos la partida final. Es muy fácil creer que hacemos mucho por los demás y que por ello merecemos el cariño, comprensión y aceptación de todos.

Las sabias palabras de no se quién, para mi de mi amigo el Rafa –Todos somos irreprochables– es muy cierta. Pero al principio pensé que eso me daba la libertad de hacer y decir lo que quiera; y sin más, ser aceptado por los que yo consideraba eran capaces de entender este criterio y así se ponían a mi altura. Con los años entendí que era en sentido contrario; ellos eran los irreprochables, los que no entienden este criterio. Y habiendo entendido esto al fin me puse a su altura.

A lo largo de la historia, hubo tres grandes humillaciones. El descubrimiento de Galileo que no somos el centro del Universo; el descubrimiento de Darwin que no somos la corona de la creación; y el descubrimiento de que no controlamos nuestra propia mente.
Sigmund Freud