martes, 16 de diciembre de 2008

Travesura

A mi hermano Vico, que me demostró que cuando se tiene un  buen corazón hasta las travesuras se hacen milagros.

Esa mañana de vacaciones salían de la parroquia a hacer diligencias con el Padre, Vico, que estaba de copiloto, y alguien más que no recuerdo ahora. El padre traía entre sus compras unos bonitos rosarios que solía comprar para regalar, eran muy artesanales, de madera, todos rústicos.

Entre otras cosas, el Padre tenía que depositar dinero en el banco, decidió hacerlo a través del autobanco, esos donde se transportan las cosas en una capsula que parece de película ochentera. Mientras el Padre llenaba las usuales papeletas de banco, Vico jodía la paciencia con el otro cómplice, el Padre era un tanto distraído y no notó que su ocurrido copiloto había tomado uno de los rosarios y sin que él se diera cuenta lo depositó en la capsula de entrega. Mientras el Cura hacía garabatos en el papel, se reían de la travesura y este empezó a notarlo y les preguntaba: ¿En qué se hallan? A lo cual no dieron respuesta mas que risa.

Al fin terminado el engorroso asunto de llenar el papel, lo introdujo en el aparato junto con el dinero a depositar y lo envió por el tubo neumático, lo cual causo mucha gracia entre los traviesos. El padre miraba casi asustado de que fechoría habían cometido.

El auto estaba en el puesto mas cercano a la ventana donde las cajera atendían los envíos y de pronto una de ellas revisando la capsula sacó el contenido y entre éste el rosario, el cura se sacó lentamente sus gafas de sol y con cara de la mas rara vergüenza solo atino a sonreír y ella le sonrió también y con gestos le pregunto si era para ella, el Padre asintió en cámara lenta con la cabeza, ella miraba con una controlada emoción y dijo gracias en mudo a través del vidrio.

El Padre no podía retractarse con ella pero lo invadía la pena de parecer un cura desubicado, por lo que volteo lentamente la cabeza hasta ubicar a Vico y expuso su desacuerdo con mucha calma

- Flaco!! Estás loco??? soy Cura que van a pensar

En realidad no estaba del todo enojado, se le salía una sonrisa entre grito y grito porque tiene un corazón bondadoso y además si era una situación graciosa, el resto del día fue solo un chiste que contaban al resto de amigos.

Dos años más tarde una joven se acercó a las oficinas de la parroquia a hablar con el Padre, iba acompañada y de muy buen ánimo. El Padre los recibió como a todos muy amablemente y ella dijo...

-Padre seguramente usted no se acuerda de mi, yo soy la persona del autobanco a quien usted le regaló un rosario

El padre se quedó un tanto extrañado y como si la pena volviese a su rostro.

- Padre lo he buscado hasta que al fin lo encuentro

Se ponía peor

- Es que quiero que sea usted quien nos case, él es mi prometido

Todo estaba mejor ahora, el padre respiro y solo dijo que encantado, le explico lo que debe hacer y todos los requisitos, pero ella parecía no estar muy atenta, solo agregó:

- Padre ese día había decidido suicidarme, le dije a Dios que si él no me daba una señal de que era importante que siga en este mundo yo me iba a quitar la vida, pero en ese mismo día apareció usted como enviado de Dios y me dejó este rosario, Padre, me salvó la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez más se me pone la piel de gallina. También recuerdo muy bien ese evento. Cosas rarísimas -para llamarlas de algún modo- pasaban en esa época. Lo más raro, por ejemplo, es que un montón de desadaptados como nosotros se reunieran con un cura -también desadaptado según él mismo sentenciaba- y ocasionaran buena fe en otros. Es algo muy raro la verdad.
Con Cariño en lo historiético y lo vivido.
Rafa.

Anónimo dijo...

Que bueno que sea una historia de la vida real ya que es bastante emotiva.
Datsy