martes, 28 de abril de 2009

El Rey

Nunca hablo mucho de él

Una vieja puerta que se aferraba al piso cuando se abría,
Mi toma en contra luz la silueta que menos veía llegaba.
con sus olores de garganta esforzada y cigarrillo, tal vez una menta, tal vez una cola. En su corcel blanco de alegorías ajenas, de pasados penosos.
Recuerdo el nudo en su garganta mas oscuro que el resto, la armadura celeste o rosa, a veces amarilla.

Abría una sonrisa como nueva de emoción, mi emoción, la de verlo llegar.
El mas grande junto a mi viéndolo llegar también, nos repartíamos el nudo de su garganta para hacer mas elegantes nuestras ropas.

La reina saludaba al final y ya se olían los condimentos y la olla
La mesa nos sostenía hasta que llegaban los sueños y los deberes, estos nos alejaban del rey.

Por la noche el rey se iba y nos quedábamos con la eternidad a la espera en compañía de historias de caballeros que nos arrullaban y de vez en cuando un ojo se abría buscando su llegada, alguna vez distinguí las luces entrando por mi ventana, los sonidos de su carroza y me dormía pensando en que el rey estaba a salvo en nuestro pequeño castillo.

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