lunes, 20 de abril de 2009

Madrugada

Silenciosamente entraron a la sala, con más miedo que ganas, se sentaron en el rechinante piso de madera y no hablaron, en realidad no había mucho por decir.
De repente estaban dentro de un delicado beso, sin explicación, sin razón, sin derecho, sin prisa y con calma. Como dueños del mundo, en el peor momento, en el lugar equivocado, con la persona incorrecta; pero disfrutando un ensayo de amor Eros, vencidos por el amor ágape.
Todo siguió como siempre; Sara con indiferencia ante el hecho, sin negar la delicia, y Mariana anhelando que fuese real.

1 comentario:

Anónimo dijo...

después de ti, después de mi...
al acercarnos otra vez
entre los dos dolió el espacio.
(3 años después)